sábado, 1 de enero de 2011

EL PASO DEL TIEMPO

El paso del tiempo probocó que esta casa fuese practicamente irreconocible. Llevaba más de tres años deshabitada; su propietario para ponerla a la venta la había hecho pintar para ocultar los vestigios de su historia más reciente. Habían desaparecido así, bajo la inclemencia de una capa de pintura uniforme, los cercos de los cuadros, los de los muebles que habían estado apoyados contra las paredes y el sudor de las manos que habían abierto sus puertas y encendido sus interruptores. A eso había que añadir las múltiples modificaciones que había sufrido a lo largo de sus más de cuarenta años de existencia y aún así, algo en ella la hacía especial. Tal vez fuera la proporción de su fábrica o su posición única y privilegiada respecto a la calle, algo que obligaba a reparar en ella, a detenerse frente a aquella construcción e interrogarse sobre su singularidad.
La casa se construyó con muy pocos medios económicos que sin duda afectaron a la calidad tanto de su obra de fábrica como de su habitabilidad. Al poco de ser ocupada su propietario modificó la posición del radiador central, cubrió con plástico transparente el patio central y añadió un pequeño alero a la puerta de entrada para evitar que el agua que resbalaba por la fachada entrara en la casa.
. En el año 1984, muerto José María Sostres, los propietarios encargaron a Basegoda Nonell una profunda reforma de la casa que modificó tanto sus fachadas como su interior, en especial la zona de estar, incluyendo la desaparición del patio para convertirlo en lavabo. En los años 90, los propietarios abandonaron la ciudad y alquilaron sucesivamente la casa hasta que en 1997 fue puesta a la venta.
La reconstrucción de la casa se organizó en dos etapas. En primer lugar se eliminaron tanto aquellos elementos no portantes como los añadidos no recogidos en el proyecto original. La casa quedó así, como un esqueleto que mostraba cómo su estructura exacta era ya la esencia de su propia construcción. Carpinterías y cerramientos llegarían en una segunda fase, a partir de los datos de posición, tamaño y forma que en la primera fase se habían descubierto. A estos dos momentos de su construcción habría que añadir un tercero en el que se discutieron situaciones o bien no previstas en el proyecto o bien que presentaban contradicciones entre el proyecto original y el proyecto construido.
En el primer caso, de situaciones no previstas en el proyecto, estaría la necesidad de rediseñar la relación de la casa con sus vecinos. En ese sentido, la discusión principal estaba en el ámbito comprendido   sobre la cubierta del garaje. Este criterio se empleó también en el rediseño del jardín posterior, de manera que la casa pasaba de ser la casa aislada que había sido originalmente, a una casa con patios a la manera de las casas que proyectó Mies en los años 30: un patio central, uno lateral y uno en la parte posterior al que da el estar.
En el segundo caso, de contradicciones entre proyecto original y proyecto construido, por ejemplo en lo referente a la pared que separa la habitación principal del patio central, que en los planos publicados en la época aparece como una vidriera mientras que en las fotos, también de la época, se puede comprobar que se construyó una pared, se optó por mantener el criterio de lo construido frente a lo proyectado, no sin antes reconstruir el proceso por el cual se modificó el proyecto original.

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